Marcada inestabilidad constitucional
Un país dividido en sus opiniones derivado de la inestabilidad constitucional, provocada por la salida de la CICIG de Guatemala, genera un panorama oscuro a las puertas de un año electoral.
Los escenarios políticos son nefastos que conlleva a una inestabilidad económica y social, en los cuales quienes pagan las consecuencias somos todos que esperaríamos madurez en el manejo de la cosa pública.
Cuando vemos a un Presidente de la República en el ejercicio de la confrontación va contra corriente de lo que la Constitución Política de la República le demanda.
Ese precedente pesará mucho en el futuro del país y no debemos perder de vista la lucha contra la corrupción, que ha sido el caballito de batalla de uno y otro bando en esta marcada polarización.
Pareciera que estamos "viendo el árbol más no el bosque", lo cual conlleva a dejar por un lado los verdaderos problemas sociales que nos llevó en los años 70 a una confrontación de una estéril guerra civil que duró más de 36 años.
Ahora la confrontación es de ideologías, discursos, opiniones y de señalamientos sin fundamentos, donde cada bando lleva su propia estrategia.
Bien dicen que cuando dos elefantes pelean lo que queda es dañado es el pasto, que se traduce en los 18 millones de guatemaltecos.
Salir a manifestar y confrontarse físicamente es una chispa de un inducido estallido social para tener una inestabilidad política y creación de escenarios con intenciones malandras tras telones.
Ante estos escenarios la vía más oportuna, directa y conveniente es el diálogo, que debió ser al principio de Gobierno, pero nunca es tarde para una consertación nacional que prepare el terreno a una transición democrática del nuevo Gobierno.
La crisis sólo beneficia a las naciones manipuladoras en el concierto de naciones y evitar una salida del subdesarrollo a una Guatemala, herida por una práctica de una política mediocre, sucia y manipuladora del sistema.
Unamos esfuerzos, no dividamos al pueblo y preparémonos a vivir un verdadero sistema republicano, de participación expresiva en las próximas elecciones.
Por Henry Hernández Marroquín
Los escenarios políticos son nefastos que conlleva a una inestabilidad económica y social, en los cuales quienes pagan las consecuencias somos todos que esperaríamos madurez en el manejo de la cosa pública.
Cuando vemos a un Presidente de la República en el ejercicio de la confrontación va contra corriente de lo que la Constitución Política de la República le demanda.
Ese precedente pesará mucho en el futuro del país y no debemos perder de vista la lucha contra la corrupción, que ha sido el caballito de batalla de uno y otro bando en esta marcada polarización.
Pareciera que estamos "viendo el árbol más no el bosque", lo cual conlleva a dejar por un lado los verdaderos problemas sociales que nos llevó en los años 70 a una confrontación de una estéril guerra civil que duró más de 36 años.
Ahora la confrontación es de ideologías, discursos, opiniones y de señalamientos sin fundamentos, donde cada bando lleva su propia estrategia.
Bien dicen que cuando dos elefantes pelean lo que queda es dañado es el pasto, que se traduce en los 18 millones de guatemaltecos.
Salir a manifestar y confrontarse físicamente es una chispa de un inducido estallido social para tener una inestabilidad política y creación de escenarios con intenciones malandras tras telones.
Ante estos escenarios la vía más oportuna, directa y conveniente es el diálogo, que debió ser al principio de Gobierno, pero nunca es tarde para una consertación nacional que prepare el terreno a una transición democrática del nuevo Gobierno.
La crisis sólo beneficia a las naciones manipuladoras en el concierto de naciones y evitar una salida del subdesarrollo a una Guatemala, herida por una práctica de una política mediocre, sucia y manipuladora del sistema.
Unamos esfuerzos, no dividamos al pueblo y preparémonos a vivir un verdadero sistema republicano, de participación expresiva en las próximas elecciones.
Por Henry Hernández Marroquín
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