Himno Nacional de Guatemala, la inspiración de un refugiado

Antes de 1898 se entonaba el denominado Himno Popular en Guatemala, pero durante el gobierno del general José María Reyna Barrios se realizó un concurso, entre los mejores líricos que residían en Guatemala, para escribir las nuevas estrofas del himno, que por requisito debía tener un matiz poético.
Durante ese año fueron reunidos los hombres bendecidos en las letras, quienes con su talento competirían por escribir la mejor creación lírica, que luego sería adaptada a la música ya compuesta por Rafael Álvarez Ovalle, la cual acompañaba al antiguo canto escrito por Ramón P. Molina.
En ese período se encontraban refugiadas personas de distintos países en Guatemala, como consecuencia de los movimientos independentistas que se proclamaban en la región, uno de ellos era el cubano José Joaquín Palma.
El arqueólogo Julio Cañas relató que Palma era parte del jurado que calificaría los escritos, pero su talento, deseo por participar y amor a Guatemala lo motivaron a escribir la que sería la mejor creación literaria.
Entró al concurso como anónimo porque no se le permitía participar por ser extranjero y preparó la letra para el futuro himno. El jurado decidió que las estrofas de Palma eran las que debían acompañar la música de Ovalle.
El cubano luego confesó a las autoridades del Ministerio de Educación que estaba participando, sin embargo, la revelación no causó revuelo y en 1898 las estrofas de Palma, aún anónimas, se hicieron oficiales y por primera vez se cantó el Himno Nacional de Guatemala en el Teatro Colón, dirigido y al ritmo de las notas del compositor guatemalteco Rafael Álvarez Ovalle.
Sin autor
“Durante 15 años el himno se cantó sin saber quién era el autor, pero cuando Palma se encontraba en su lecho de muerte, en 1911, admitió haber sido el dueño de la letra del Himno Nacional, dato que fue ratificado por el Ministerio de Educación y otras autoridades a quienes les había revelado sobre su participación”, relató Cañas.
El Gobierno al conocer el antecedente y pese a que Palma era extranjero, le tomó más importancia al hecho de que una persona que no era de Guatemala haya escrito versos tan hermosos de un país que no lo había visto nacer, por lo que no se realizó ningún cambio.
Palma era originario de San Salvador de Bayamo, provincia del oriente de Cuba. Nació el 11 de septiembre de 1844, y buscó refugio en el país centroamericano en la lucha por la independencia de su patria.
Su amor por Guatemala, nación a la que llamaba “tierra de su adopción y de sus afectos”, también lo dejó plasmado en cien composiciones poéticas de altura.
Sus restos mortales, envueltos en la bandera de su pueblo natal, recibieron cristiana sepultura en el cementerio de la ciudad capital de Guatemala, en donde reposaron hasta el 17 de abril de 1951, cuando el gobierno de Cuba lo repatrió.
Rafael Álvarez Ovalle
Nació en San Juan Comalapa, Chimaltenango, pueblo de estirpe kaqchikel, el 24 de octubre de 1858. Estudió música y perfeccionó sus conocimientos en la ciudad capital con una beca que le concedió el presidente Justo Rufino Barrios.
A los 29 años compuso su obra maestra, el Himno Nacional de Guatemala. La vida de Álvarez Ovalle fue pura y ejemplar según la historia. Murió a los 88 años el 26 de diciembre de 1946.
El cambio
La letra original del Himno Nacional tuvo varios cambios, pues se consideraba que ciertas estrofas contenían frases y palabras muy fuertes y sangrientas, por lo que en 1934 se le pide a José María Bonilla Ruano que modifique algunas líneas.
La siguiente letra conformó el Himno Nacional desde 1898 hasta 1934.
Letra Original
Guatemala feliz que tus aras
No profane jamás el verdugo;
Ni haya esclavos que laman el yugo;
Ni tiranos que escupan tu faz.
Si mañana tu suelo sagrado
Lo profana invasión extranjera,
Tinta en sangre tu hermosa bandera
De mortaja al audaz servirá.
Coro
Tinta en sangre tu hermosa bandera
De mortaja el audaz servirá;
Que tu pueblo con ánima fiera
Antes muerto que esclavo será.
De tus viejas y duras cadenas
Tú fundiste con mano iracunda,
El arado que el suelo fecunda,
Y la espada que salva el honor.
Nuestros padres lucharon un día
Encendidos en patrio ardimiento,
Te arrancaron del potro sangriento
Y te alzaron un trono de amor.
Coro
Te arrancaron del potro sangriento
Y te alzaron un trono de amor,
que de patria al enérgico acento
Muere el crimen y se hunda el error.
Es tu enseña pedazo de cielo
Entre nubes de nítida albura,
Y ¡ay! de aquel que con mano perjura
Sus colores se atreva a manchar
Que tus hijos valientes y altivos
Ven con gozo en la ruda pelea,
El torrente de sangre que humea
Del acero al vibrante chocar.
Coro
El torrente de sangre que humea
Del acero al vibrante chocar,
Que es tan solo el honor su presea
Y el altar de la patria, su altar.
Recostada en el Ande soberbio,
De dos mares al ruido sonoro,
Bajo el ala de grana y de oro
Te adormeces del bello quetzal;
Ave indiana que vive en tu escudo,
Paladión que protege tu suelo,
Ojalá que remonte su vuelo
Más que el cóndor y el águila real.
Coro
Ojalá que remonte su vuelo
Más que el cóndor y el águila real,
Y en sus alas levante hasta el cielo,
¡Guatemala, tu nombre inmortal!






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